En el fondo del averno
de mi piel
en la misma luz de la raíz
yace un pájaro
ha roto en mil el cántaro de fe.
En un desgarrador grito
que aflora por mis poros
renace esta urgencia
este ahogo
la plegaria por libertades
adosadas al espíritu.
En el sin sentido que envuelve esa aventura
en la droga que nocturnamente,
inyecto por mis ojos infectados de carencias
pugna por renacer
esta ansiedad callejera...
En el íntimo rincón
donde escondo la congoja
sentado en un idéntico
lacónico sofá
irrigo con cuidado una vez
más las yemas de mis dedos
con la flema de lo que he dejado en el alma.
Prolongándome,
delirando hasta fallecer a manos
de mis propias heridas
arrojada a un infierno de plástico y sed
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