En esas últimas horas,
cuando la noche cubre al día
con las más delicadas
fibras de su manto
y la naturaleza enmudece...
En ese mágico momento,
en el que el viento
con los árboles culminó su danza
y el aire...
como un abismo ingrávido,
se extiende palpitante entre las cosas.
En ese instante,
en el que sin querer,
nos sumimos en la pausa
y la incertidumbre nos penetra la piel.
Cuando tú y yo...,
¡ Amada mía !...
absortos por la voluptuosa fricción del suave contacto,
y medio adormecidos
por el plácido susurro de nuestro aliento,
palpamos la plenitud de la estancia vacía.
Entonces,
canta el silencio una oculta melodía,
y nuestros corazones se sublimanen
un perpetuo instante de amor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario